Escribí esta reflexión y especie de carta abierta, el año 2016, para el día de la marcha de mujeres, con el ya establecido tópico: «Ni una menos».
La marcha, enfatizaba la violencia contra la mujer, en todas sus formas, como problemática urgente de reconocer y poder intervenir.
Recuerdo haber despertado temprano y enseguida, haber experimentado variadas sensaciones, que quise plasmar de manera entendible y simple, para ser compartida en redes sociales.
Esta mañana, desperté emocionada e ilusionada por cambiar el mundo.
Desperté, con la fuerza de mi espíritu orientada hacia mis compañeras y las mujeres de mi vida.
Pensé en mi abuela, mis tías, mi madre, mi hermana, mis primas, mis amigas. Pero también, pensé en aquellas mujeres que no conozco y que veo a diario. Todas esas mujeres con las que me he topado alguna vez, con las que he compartido alguna palabra, o ninguna. Todas las mujeres, todas, inspiran este mensaje y esta lucha por hacer del mundo un lugar mejor.
Pensé, que es muy cierto que la solidaridad femenina es escasa, que no nos apoyamos y nos violentamos entre nosotras. Que nos juzgamos, nos castigamos, nos humillamos y nos culpamos mutuamente. Pero, ya es tiempo, de decir basta.
Basta, porque los valores y estereotipos que tanto defendemos, al insultar a una de nosotras, al atacarla, al buscar hundirla, verdaderamente, no nos representan.
La belleza encasillada y vendida como producto de consumo, los estándares de vida mostrados como propios y únicos de mujer, los comportamientos no esperados ni permitidos para una niña, la manera correcta y la provocativa de vestir, la sexualización de todas, la concepción de una mujer objeto y jamás sujeto…Todo eso y más, respaldamos al tratar a alguna de nosotras de puta, de floja, de maraca, de suelta, de tonta, de estúpida, de débil, de fea, de loca, de mala mamá, de mala esposa, de mala mujer…
¿Qué es ser mujer? ¿Qué mierda, creemos y enseñamos que es ser mujer?
Pues, yo creo, que una mujer es lo que ella quiera ser y defender.
Creo, que ser mujer es ser única, auténtica y bellísima, por ser quién es. Que ninguna persona o entidad, puede medir ni normar su belleza, su apariencia, o su esencia.
Creo, que ni su cuerpo ni su alma se pueden comprar, ni poseer. Que cada mujer, de la más pequeña a la más grande, es digna de respeto, es un universo completo y maravilloso, que vale, que importa y que aporta.
Creo, que una mujer es valiente y fuerte. Que tiene derecho a no tener miedo, a atreverse y aventurarse en la vida. Y que eso, no le quita lo sensible o la hace menos mujer. Es más, el que ella no se sienta fuerte o se defina como delicada y dulce, tampoco la hace menos mujer, ni menos valiosa, ni menos fuerte.
Una mujer, siempre es y será una mujer fuerte y valiente. Brava. Porque, en un mundo de obstáculos, de peligros, de desigualdades, se levanta y triunfa. Persiste, lucha, cree.
Una mujer, es una persona.
Una mujer, tiene sueños, proyectos, pensamientos, gustos, elecciones. Una mujer, tiene opinión y voz.
Ser mujer, para mí, es muy valioso e importante cada día, pero especialmente en un día como hoy. Especialmente, tratándose de cambiar el mundo.
Una mujer, una mujer apoya a las suyas. Se compromete con ellas.
¿Por qué?
Porque, juntas, respetándonos, valorándonos y amándonos, somos un mensaje claro y enérgico. Porque, partiendo por nuestro amor propio y continuando con la solidaridad, la unión y la empatía entre nosotras, somos imparables. Y desde el momento en que tomamos la decisión de ser todas para una y una para todas, ya estamos cambiando el mundo…
Desde hoy en adelante, tomémonos de las manos y luchemos unidas para acabar con los estereotipos y los valores sexistas y machistas, que rigen el mundo actual, y que nos opacan, nos menosprecian, nos destruyen, nos despersonalizan, nos tratan de limitar y de silenciar.
Abracémonos y abracemos la valentía y la valía de ser, todas juntas, mujeres. Y mujeres, unidas por las mujeres.
Después de abordar este pensamiento y sentir, que me atrapó al despertar, me fijé en todas aquellas publicaciones que modificaban el “ni una menos”, por “ni uno menos” o alguna otra cosa.
Me fijé en las publicaciones de burla y en las críticas de muchos.
Entonces, pensé en los hombres. Sí. En especial, en los hombres importantes de mi vida.
Si bien, ninguno de ellos se burlaba o desmerecía la lucha por un cambio, la protesta ante la violencia y la desigualdad, existentes contra nosotras, las mujeres. Ninguno de ellos, expresaba tampoco su apoyo.
¿Qué sucedía con mi abuelo, mi padre, mi hermano, mi pareja, mis primos y mis amigos? ¿Por qué, se mostraban ausentes de todo tipo de opinión?
Para mí, eso decía mucho.
Como ya expresé antes, la necesidad de empezar por nosotras a apoyarnos, es imperiosa. Pero, este cambio, esta batalla, nos compete a todos.
Luchamos, no sólo por nosotras. Luchamos, por un mundo mejor, por igualdad.
Luchamos para que niñas y niños, sean libres de ser quienes son. Para que el mundo sea seguro y los valores que respetemos, sean los que realmente nos representan y nos aportan vida y bienestar.
Pensé, entonces, las muchísimas veces en que un hombre se ha extraviado, ha sufrido algún tipo de violencia brutal o lo han asesinado, y las redes sociales se han movilizado e indignado.
Pensé, en las muchas mujeres que apoyaron las distintas causas con fervor, que compartieron las imágenes y aclamaron por un mejor mundo, por justicia, por respeto y amor entre nosotros.
No recuerdo haber visto burlas, no recuerdo haber visto que alguna mujer pidiese que la atención fuera desviada hacia ella y nosotras. Realmente, no lo recuerdo.
¿Por qué, sucede esto ahora?
¿Es acaso un síntoma del cambio? ¿El miedo a dejar de ser el foco de la atención, a que las mujeres experimentemos la vida sin sentir temor, a que el mundo se transforme en un lugar con igualdad de condiciones y sin privilegios, para algunos?
Me pregunté, realmente herida: ¿Acaso, no vale la pena luchar por sus parejas, sus hermanas, sus hijas y nietas? ¿Acaso, es vergonzoso apoyarlas en algo que puede cambiar no sólo sus vidas, sino las de todos?
Verdaderamente, no entiendo el motivo de lo que acontece, porque, cuando veo una causa noble, la respeto, me identifico, me empodero y me uno. Porque, si alguien sufre, lo defiendo. Porque, considero que todos somos dignos y valiosos, que todos merecemos una vida buena y bella. Porque, no sólo pienso en mí, cuando pienso en cambiar el mundo. Pienso en mi abuelo, mi padre, mi hermano, mis primos, mi pareja, mis amigos, mis hijos y nietos en un futuro.
Pienso en ustedes, hombres. Pienso en nosotros. En todos. Y estoy convencida, que las mujeres que luchamos por un mundo más igualitario, lo hacemos pensando en todos.
Porque, un niño tiene derecho a expresar sus sentimientos, a no ser valorado sólo por su dinero y su trabajo. Porque, debería ser libre para escoger su ropa, su música, sus pensamientos y opiniones, sin ser juzgado. Porque, el que sea hombre no lo hace un proveedor ni un padre de fines de semana, no apto para criar o cuidar. Porque, el que lloren no los hace menos fuertes o menos hombres.
Porque, no sólo piensan y buscan sexo. Porque, deberían sentirse libres de no siempre sentir deseo y de no poner su hombría, en juego por ello.
Porque, los hombres, también son personas.
Porque, un hombre y una mujer, son para mí, lo que ellos quieran y sientan que son, lo que ellos quieran creer y defender.
Es por ello, que no comprendo su falta de apoyo hoy. No la comprendo…
Al sentirme indignada y herida, decidí expresárselo a algunos de aquellos hombres que forman parte de mi vida. Algunos de esos hombres, me escucharon y entendieron lo que significa esta lucha para todos y para mí.
Sí, este día se centra en nosotras las mujeres, y no, no busca ponernos por sobre los hombres, ni otro ser vivo, digno de respeto y amor.
Lo que buscamos, es dar visibilidad a este problema y generar cambios que repercutirán en todos.
Este día se trata de nosotras, por nosotras, y nosotras, también por ellos. Donde ellos, de la misma manera, pueden y deben manifestarse por nosotras. Pero, es en extremo necesario, admitir que vivimos en una sociedad machista y que quienes estamos sufriendo de una manera más brutal y violenta hoy, somos nosotras. Porque, algo tan simple como salir a la calle a diario, para cada una de sus madres, hermanas, amigas, conocidas, parejas y para mí misma, es un acto que puede terminar con nuestras vidas. Porque, no somos libres. Porque, hoy no valemos lo mismo que ustedes, tanto laboral como personalmente. Porque, nos consideran objeto de consumo y no sujeto de derechos.
Hoy, es un día en que la atención, en que el centro debemos ser nosotras. No es soberbia, no es egocentrismo, no es hembrismo. Es necesario. Es parte de los pequeños grandes pasos, que nos llevarán a un cambio.
Por ello, de los 365 días en que el foco, el poder, la inteligencia, el valor, la vida no se centra en las mujeres, tomemos este día, para y por nosotras.
Hombres y mujeres, hagamos visible la necesidad de un cambio y hagámoslo posible.
Después de haber planteado, lo más claro posible, lo mucho que he sentido y reflexionado, esta especial mañana, no me queda más que decir:
NI UNA MENOS.
NOS QUEREMOS VIVAS Y LIBRES.
LUCHEMOS POR HACER DE ESTE MUNDO, UN LUGAR MEJOR.